Mientras en México se planean nuevas centrales eléctricas con base en combustibles fósiles, en Madrid se concentran esfuerzos globales para disminuir los efectos del Cambio Climático

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Es el séptimo día de la COP 25 y hemos tenido visitas distinguidas incluyendo John Kerry, antiguo Secretario de Estado de los Estados Unidos; Al Gore, ex vicepresidente en Washington; Michael Bloomberg, ex alcalde de la Ciudad de Nueva York, y la joven activista Greta Thunberg, todos ellos en diversos paneles.

También las negociaciones comienzan a acelerarse con la llegada de ministros y otros tomadores de decisiones.

Tristemente, coincidiendo con el esfuerzo mundial contra el Cambio Climático, en México se anuncia que la Comisión Federal de Electricidad va a construir, a través de privados en un esquema de Pidiregas (vaya contradicción), seis plantas de ciclo combinado con gas natural en diversas localidades y una con combustóleo en Baja California Sur, justamente en uno de los paraísos naturales del país.

Estas plantas van a estar en operación emitiendo CO2 a la atmósfera durante los próximos 30 años; es decir, hasta 2050. Y seguramente vendrán otras en camino con períodos de vida más allá de la mencionada fecha.

Es sorprendente cómo se selecciona este tipo de tecnología que requiere grandes inversiones y costos de operación de gasoductos y toneladas de dinero para pagar la cuenta de gas.

Durante su vida útil, estas plantas van a emitir 307 millones de toneladas de CO2. Imaginemos una fila de 307 millones de pick-ups, de una tonelada de capacidad, acarreando el CO2 generado por estas plantas; esta fila de pick-ups le daría 30 vueltas a la Tierra por la línea imaginaria del ecuador.

Al país sólo le queda un espacio en la atmósfera para colocar 8,900 millones de toneladas de aquí al 2050 para no rebasar el incremento de temperatura 1.5 °C -11,000 científicos publicaron recientemente un manifiesto urgiendo que se respetaran las metas del Acuerdo de París.

1.5° Centígrados

Las plantas de Bartlett van a consumir el tres por ciento de este presupuesto reduciendo el espacio disponible para el resto de las actividades del país, incluyendo las emisiones de más de 40 millones de vehículos que ahora circulan en él. Ahora emitimos del orden de 792 millones de toneladas por año.

Ahora hablemos de costos: las seis plantas de gas van a gastar 326 millones de pesos al año por concepto de combustible. Durante su vida útil, el gasto asciende a la astronómica cifra de 10,000 millones de pesos actuales. ¿Se justifica esto cuando plantas de solar y eólico tienen un costo CERO de combustible?

Peor aún, el gas se lo compraremos a Estados Unidos a menos de que se piense en obtenerlo en el país mediante fracking, a pesar de que el presidente haya dicho repetidamente que dicha práctica no se permitirá en México.

Y para colmar las cosas, el costo de energía generada con gas tiene un costo nivelado cercano a 50 dólares por megawatt-hora, mientras que la energía generada con energía solar y eólica cuesta 20 dólares por megawatt-hora.

Esta diferencia de costos la pagaremos todos, directa o indirectamente, durante los siguientes treinta años porque repercutirá en cualquier producto o servicio que requiera electricidad.

No se explica racionalmente esta trayectoria en la oferta de energía del país.

El rescate de CFE que reporta Bartlett no tiene por qué hacerse mediante energías fósiles, menos mediante combustóleo, siendo un país tan rico en recursos renovables.

Para justificar este esquema se han propalado mitos como que la intermitencia de la solar y eólica dañan a CFE, que las renovables son más caras, que el pequeño incremento en la temperatura local en la cauda de las plantas eólicas hace peligrosa esta tecnología, que CFE pierde con la Generación Distribuida, y otros mitos que han sido desmentidos en diferentes foros y medios.

Los compromisos climáticos de México y que han sido refrendados por la delegación oficial en la COP 25, están siendo desmentidos por estas acciones en el sector de energía en el país.

Algo tiene que hacerse antes de que el país pierda su prestigio de una nación responsable.

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