En la última década, una mezcla de grandes preocupaciones y emergencias como la pandemia del coronavirus, el Cambio Climático y riesgos geopolíticos han propulsado tendencias como la digitalización, la descarbonización y la descentralización.
A su vez, estos preceptos comienzan a dar forma a la economía circular, un nuevo modelo de producción y consumo que emula el cíclico de la naturaleza al eliminar y/o minimizar los residuos, así como a reutilizar y reciclar los recursos con el objetivo de alcanzar un sistema de vida más eficiente y sostenible.
El punto de partida para alcanzar este sistema será la Transición Energética renovable.
A través de las tecnologías energéticas verdes, diversos países, empresas e individuos contribuirán a eliminar la fuente más contaminante en la actualidad —la generación eléctrica fósil— y acercarán a la humanidad a las fuentes primordiales de energía natural.
No obstante, a pesar de que tecnologías como los paneles solares, las turbinas eólicas y los sistemas de almacenamiento prometen llevarnos a un mundo libre de carbono, sus procesos de fabricación también dependen del uso intensivo de materiales compuestos y minerales críticos que generan impactos negativos en el medio ambiente.
En este contexto, si se continúa bajo el modelo de suministro lineal, la Transición Energética renovable podría resultar más costosa, deficiente e inaccesible para algunos países. Pues, por un lado, habría una escasez de minerales esenciales para la manufactura de energías verdes, y por otro, la creación de millones de toneladas de desechos difíciles de manejar.
Según el “Global Materials Resources Outlook” publicado por la OCDE, se espera que el consumo global de materiales como la biomasa, los combustibles fósiles, los metales y los minerales se duplique de 79 GT en 2011 a 167 GT en 2060, mientras que el Banco Mundial estima que la generación anual de desechos aumente 70 por ciento para 2050.
El camino natural por seguir será la adopción del pensamiento circular en conjunto con la Transición Energética. Este sendero no sólo nos ayudará a tener un mundo más equilibrado, sino que detonará grandes oportunidades de negocios, de valor agregado y ventajas competitivas con la creación de nuevos productos y servicios que optimicen recursos.
Por su gran despliegue a nivel mundial, la industria fotovoltaica comienza a poner el ejemplo.
Un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovales (IRENA) estima que habrá más de 78 millones de toneladas de desechos de paneles solares a finales del 2050, cantidad equiparable a la masa que contendrán las nuevas instalaciones fotovoltaicas en ese tiempo.
Ahora, gracias a los avances tecnológicos, la evolución de la industria del reciclaje de paneles solares avanza rápidamente. Por ejemplo, hoy ya es posible recuperar y reciclar cerca del 70 por ciento de los materiales críticos que componen los paneles solares.
Al respecto, la IEA espera que para 2050, el valor de materias primas recuperables exceda los 15 mil millones de dólares, cantidad con la que se podrían producir dos mil millones de paneles solares o 630 GW de capacidad de generación eléctrica.
La misma situación será urgente para otras tecnologías renovables como las baterías de Ion de Litio. Debido al uso intensivo de minerales raros como el Litio, el níquel y el cobalto para su manufactura, sumando al aumento de la demanda futura de vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento, el riesgo para toda su cadena de valor y suministro es inminente.
A pesar de ello, las oportunidades de la circularidad en esta industria son igual de amplias que sus retos. Según el Foro Económico Mundial, hacia el 2030, el 54 por ciento de las baterías al final de su vida útil podrán ser recicladas, generando un potencial de ingresos anuales por 300 mil millones de dólares a lo largo de toda su cadena de valor.
Así como estos casos, aquellas empresas que adopten las Energías Renovables y reconfiguren sus operaciones con miras a crear cadenas de suministro circular que estimulen la colaboración y la retroalimentación, podrán aprovechar nuevas oportunidades de negocio, y con ello, impulsar un futuro sostenible para la humanidad.
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