“En proyectos de energías renovables, los dos conceptos me parecen adecuados, tanto el de ‘Responsabilidad Compartida’ como el de ‘Corresponsabilidad de grupos de interés’, ambos establecen un vínculo fundamental: el compromiso.
El compromiso debe ser colectivo, no se puede entender de otra forma, no se puede disociar del consumo del ciudadano común y muy en particular del grupo de mujeres quienes determinamos en un 70 por ciento la forma de comprar/gastar lo que comemos y cómo se abastece a la comunidad.
Tenemos un peso determinante y una gran responsabilidad en la forma en cómo consumimos como mujeres y luego entonces, cómo consumen todos en conjunto.
Por un lado, está el gobierno hablando de la responsabilidad compartida y del compromiso, del pacto social que debería ser la base en los procesos de transición y muy en particular de la transición energética, materia que a todas nos ocupa en esta mesa y en este foro.
Sociedad, gobierno y empresas tenemos roles fundamentales y ninguno de los tres podemos evadirlos porque de lo contrario el círculo de la sustentabilidad no se podría cerrar, no se cumpliría y no llegaríamos a cumplir ni las metas de sobrevivencia ni las metas de protección del bien común.
Según el Foro Económico Mundial tenemos una estadística de alerta: consumimos 1.6 por ciento más de los recursos naturales que pudiéramos consumir, pero yo creo que ya estamos casi en el dos por ciento, estamos en una situación de alto, muy alto riesgo.
Estos porcentajes nos llevan a un balance negativo y todos, sin excepción, somos responsables como consumidores.
Hay que tomar conciencia de lo que voy a comer hoy, de lo que voy a vestir y de lo que voy a consumir en general, repito, hay que tomar conciencia de cómo voy a contribuir a bajar ese dos por ciento.
Como gobierno, cuáles son las reglas, las políticas que van a regular y definir de manera conjunta, la gobernanza del bien común que no es otra cosa más que el espacio que habitamos, de nuestras comunidades y sus dinámicas, de nuestro planeta.
Es la responsabilidad del Estado, representado por sus gobiernos que a través de sus instituciones quienes deben normar, regular para que no sea una anarquía y no intervencionismo, se hace necesario un orden en la dinámica social de producción-consumo, pero insisto sin intervencionismo de orden unilateral.
En este orden la regulación es importantísima, porque bajo este planteamiento el tercer factor que es la empresa debe ser responsable en sus recursos, en sus cadenas de suministros y proveeduría. Hoy estos tres factores (gobierno, empresa y comunidad) son fundamentales, indispensables.
En términos de energía, el Consejo Mundial de la Energía, el WEC conocido por sus siglas en inglés, lo describe claramente como el trilema energético.
Cuando contribuimos en procesos productivos en economías lineales; es decir, explotando los recursos, los consumimos y los desechamos, este proceso lineal impacta en el 80 por ciento a la perdida de la biodiversidad, contrariamente a lo que sucede con la economía circular.
A través de la forma de producir y consumir linealmente no solo perdemos el 80 por ciento de la biodiversidad sino contribuimos además con el 50 por ciento de las emisiones de carbono.
El actual binomio de consumo-producción lo tenemos que cambiar de manera completa e ingresar a un círculo virtuoso y eso es economía circular.
El actor de mayor responsabilidad en este proceso de producción y consumo lineal es el consumidor porque somos quienes generamos la demanda mientras que el gobierno y la empresa generan la oferta.
Hoy de poco útil es hablar de objetivos y compromisos internacionales a cumplir sí no cambiamos nuestra forma de consumir, nuestros hábitos personales que nos están provocando la destrucción de nuestro entorno inmediato, que además no es nuestro, sino de todos, los presentes y los futuros habitantes.”
¿El trilema energético incluye a la energía fotovoltaica?
Pablo Mulas: la humildad que da la sabiduría
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