Experiencias indígenas con la fotovoltaica

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Hoy presentamos un trabajo del analista latinoamericano Emilio Godoy, un reportero con una vasta experiencia en medios impresos y digitales de México y Centroamérica, pues no obstante con residencia en la Ciudad de México ya por muchos años, Emilio no olvida reportar lo que sucede en Guatemala su país de origen, y también lo que ocurre en naciones de nuestra América Latina.

Aquí algunos testimonios de mujeres y hombres indígenas y su contacto con el mundo de la energía solar.

Emilio Godoy, internacionalista en temas de América Latina

Comunidades del pueblo achuar en Ecuador, desde hace algunos años, acuden al sol para electrificar sus casas y transportarse en canoas con paneles fotovoltaicos por los ríos de su hábitat en la Amazonia, en una de las formas con las que los pueblos indígenas buscan en las Energías Renovables y Limpias un socio para un desarrollo sostenible.

“Queremos generar una economía comunitaria basada en la sostenibilidad”, en su momento enfatizo, Domingo Peas, quien también ha ejercido como asesor de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia Ecuatoriana, que aglutina a 28 organizaciones de 11 nacionalidades nativas del país suramericano.

Mujeres y hombres huicholes y la energía solar

El primer proyecto se remonta a la segunda década del presente siglo, cuando los achuar iniciaron la instalación de paneles solares en la comunidad de Sharamentsa, con 120 personas y asentada en la ribera del río Pastaza. Actualmente operan 40, que en su momento inició con un costo de 300 dólares por unidad, aportados por donaciones privadas y fundaciones.

Los pobladores usan el fluido eléctrico para iluminar sus viviendas y bombear agua en un depósito de seis mil litros de capacidad, gracias al cual la comunidad goza del servicio.

Domingo Peas: “Hay una mejor calidad de servicios para las familias. Nuestro objetivo es crear otro modelo energético, que sea respetuoso con nuestro pueblo y con nuestros territorios.”

Los achuar dieron el siguiente paso en 2012, cuando comenzaron a poner en marcha el proyecto de canoas con motores eléctricos Kara Solar. Kara significa “sueño” en su lengua.

La primera embarcación dotada de paneles solares en el techo, con capacidad para transportar 20 personas y un coso de 50 mil dólares, comenzó a cursar el río en 2017 y tiene su base en la comunidad achuar de Kapawi.

Charagua, una de las autonomías indígenas de Bolivia. Fotografía: Conaioc Bolivia, Flickr

La segunda canoa, con un costo de 35 mil dólares y su base en Sharamentsa (lugar de guacamayas escarlatas, en achuar), inició el transporte de pobladores ya hace un buen tiempo.

La inversión provino en parte de donaciones privadas y el resto de fondos del premio IDEAS de Innovación Energética, establecido por el Banco Interamericano de Desarrollo, que esa comunidad recibió en su origen en el 2015 y que estuvo dotado con 127 mil dólares.

La red de transporte con energía solar de los achuar conecta a nueve de sus comunidades a lo largo de 67 kilómetros de los ríos Pastaza, frontera natural entre Ecuador y Perú, y Capahuari, en cuyos márgenes viven los aproximadamente 21 mil miembros actuales de ese pueblo.

“Fue una idea indígena adaptada a la fabricación de canoas. Las usan para transportar personas y productos, como maní, canela, yuca y plátano (banano para cocinar)”: Peas.

La demanda de energía limpia en comunidades indígenas y locales de esa región de Sudamérica, así como algunos casos de éxito presentados por los achuar ha estado presentes en diversos foros y épocas en años recientes.

Además de Ecuador, en países como Australia, Bolivia, Canadá, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala, Malasia y Nicaragua también han surgido experiencias novedosas de manos de comunidades originarias.

Por ejemplo, en Bolivia hay una alianza entre el gobierno local de Yocalla, en el sureño departamento de Potosí, y la Organización No Gubernamental Luces Nuevas que quiere dotar de electricidad renovable a familias pobres.

En Yocalla, un municipio habitado por 10 mil personas, en su mayoría indígenas pukinas: “755 familias viven en zonas rurales con electricidad limitada, la interconexión nacional aún no llega a esos lugares”, de acuerdo con testimonios de Yara Montenegro consultora en temas medio ambientales en comunidades indígenas.

Imagen: Prensa Fundelec

Gracias al programa, más de 30 familias pobres han recibido paneles solares conectados a baterías de litio, producidas en la planta piloto de La Palca, en Potosí, y que almacenan el fluido.

Cada sistema cuesta 400 dólares, de los cuales las familias aportan la mitad y la organización y el gobierno, la otra parte. La electricidad permite conectar dos lámparas, cargar un celular y escuchar la radio y con ella sustituyen el uso de leña, candelas y pilas convencionales.

El desarrollo de fuentes limpias tiene un papel determinante en lograr uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que sustentan la Agenda 2030 para el Desarrollo (ODS).

El objetivo siete se plantea establecer una “energía asequible y no contaminante”, pero además se trata de una meta que influye en el logro de al menos otros 11 ODS, que la comunidad internacional se trazó en 2015 para los siguientes 15 años, en el marco de las Naciones Unidas.

Además, de ese avance depende el éxito de la Iniciativa de Energía Sostenible para Todos, el programa a ser ejecutado durante el Decenio de la Energía Sostenible para Todos 2014-2024, que pretende garantizar el acceso universal a los servicios modernos de energía, duplicar la tasa mundial de mejoras en Eficiencia Energética y la cuota de renovables en la matriz global.

Pero la mayoría de agrupaciones para impulsar una Transición Energética no incluyen a los pueblos nativos, como lo señala el reporte, “Energía renovable y pueblos indígenas. Antecedentes para la Alianza”, elaborado por el Grupo Mayor de Pueblos Indígenas para el Desarrollo Sostenible (IPMG, en inglés).

Para la filipina Victoria Tauli-Corpuz, del pueblo kankanaey igorot y relatora especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la energía representa: “un problema y una solución. Los líderes han luchado contra hidroeléctricas y también he visto proyectos en manos indígenas.”

Por ello: “Las comunidades tienen que estar en el centro para decidir y diseñar los proyectos, que ayudan a combatir la pobreza, pues permiten la electrificación, no dependen de la red eléctrica, fortalecen la defensa del territorio y dan beneficios a la gente. De lo que se trata es de garantizar derechos y definir procesos de desarrollo.”

Un ejemplo de proyectos con ese valor multiplicador que pide la relatora, lo brindan comunidades como la ecuatoriana Sharamentsa y la boliviana Yocalla.

En Sharamentsa opera un banco de baterías de 12 kilovatios que puede concebir una microrred: “Se planea un centro de abastecimiento de energía que permita la generación de productos de valor agregado, como procesamiento de plantas”: Domingo Peas.

Dentro del programa PERMER, se instalarán equipos fotovoltaicos en escuelas rurales de tres provincias.”

Agradezco el apoyo para realizar una profunda investigación a Alianza del Clima y Uso de la Tierra.

Ministerio de Energía y Minas, Perú

 

 

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