La nación europea con niveles de desarrollo muy superiores al estándar internacional experimenta paradojas en cuanto al crecimiento de techos solares por factores culturales y lingüísticas.
La proximidad de las fronteras lingüísticas implica tasas más bajas de adopción de soluciones fotovoltaicas sobre cubierta entre propietarios de viviendas y empresas.
Esta es la conclusión principal del estudio “Interacciones sociales y la adopción de energía solar fotovoltaica: evidencia de las fronteras culturales”, publicado por el Instituto de Investigación de Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente y el Centro para la Economía del Cambio Climático.
En el estudio, tres economistas afirman que las barreras culturales e idiomáticas inherentes a la mayoría de las regiones fronterizas son responsables de una menor penetración de los efectos secundarios sociales y de los procesos de sensibilización que generalmente caracterizan el desarrollo de proyectos fotovoltaicos en techos dentro de un área urbana o rural determinada.
El equipo de investigación, que ha analizado los efectos indirectos en las regiones fronterizas entre las partes de Suiza de habla francesa y de habla alemana, destacó que la comunicación de boca en boca puede ser un importante instrumento social para convencer a los propietarios de viviendas y empresas de que instalen un sistema solar en sus tejados, a pesar del riesgo que representa la inversión inicial.
La imitación puede empujar a las personas a adoptar soluciones sostenibles si ven que otros se están volviendo ecológicos en su vecindario.
Sin embargo, según el equipo, la investigación se ha centrado hasta ahora en analizar los efectos positivos de la propagación social, mientras descuidaba estudiar las barreras potenciales.
“El número de instalaciones que “se pierden” debido a la frontera del idioma no es despreciable, ya que en estas ubicaciones hay un 20 por ciento menos de sistemas fotovoltaicos”, escriben los investigadores en su documento.
El efecto de la fronteras, sin embargo, tiende a desvanecerse una vez que se extiende el análisis a un radio de 15 km o más, agregaron.
Además, encontraron que el efecto fronterizo se ve mitigado por la fracción de personas que dominan el idioma del otro lado. “Cuando esta fracción es lo suficientemente alta, la frontera no tiene ningún efecto sobre la adopción de sistemas solares”, dijeron, y agregaron que “en presencia de una barrera cultural, el grupo de individuos a los que “imitar” puede ser más pequeño y limitando el poder de los efectos sociales a la hora de reducir la incertidumbre sobre las inversiones en energía solar”.
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