Electrifiquemos nuestras actividades

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J. Antonio del Río Portilla, Investigador del Instituto de Energías Renovables de la UNAM y Premio Universidad Nacional 2023. Imagen del IER de la UNAM

Me da tristeza ver que las personas más ricas de nuestro país están invirtiendo en el sector de los combustibles fósiles.

Cuando veo las noticias sobre la propuesta de inversión mexicana destinada a la extracción de gas en lugar de invertir en fuentes renovables me desilusiona y considero condena a la joven población mexicana a un futuro de contaminación.

En lugar de que el gobierno mexicano fomente inversión en el sector de fuentes renovables que aportarán la energía en el verdadero futuro y con un costo ambiental mucho menor. Algunas personas dirán que las inversiones anunciadas son para extraer gas y almacenarlo, pero al final de cuentas es para quemar el gas y producir gases de efecto invernadero.

Esta noticia de inversión por el Grupo Carso fue dada a conocer hace algunos días como un logro empresarial al definir estrategias de negocios con PEMEX y que el gobierno mexicano festeja por haber sido una inversión de un empresario mexicano que se queda en México.

Es importante mencionar que después del anuncio de inversión las acciones de este grupo no aumentaron, sino que continuaron bajando. Para mí, es claro que las inversiones en fuentes renovables tienen una mayor acogida en el mercado global. ¿Cuál es la razón para fomentar estas inversiones en combustibles fósiles en lugar de fomentar la geotermia, solar o eólica?

La comunidad empresarial también ha abierto las posibilidades de invertir en estas fuentes renovables de energía, pero no se ha fomentado. Esperamos que el fomento del nuevo gobierno se enfoque en las inversiones renovables.

Estas opciones de inversión de grandes capitales están fuera del alcance de la mayoría de la población. En cambio, hay cambios que podemos iniciar desde nuestros entornos cercanos.

Uno de estos cambios es la electrificación de nuestras actividades cotidianas y productivas. Esta tarea es relativamente sencilla y puede realizarse paso a paso, solo requiere conocimiento, convencimiento y confianza.

Primero, sabemos que cuando usamos energía en forma de electricidad no emitimos gases tóxicos en nuestro entorno. Además, el transporte de electricidad es barato y no está sujeto a extracción para luego venderla, como con los gasoductos o ductos de gasolina.

En cambio, cuando utilizamos gas, gasolina, diésel o algún otro combustible fósil se emite a la atmósfera CO2 y muchos otros gases tóxicos. También, las tomas clandestinas que se han observado en los ductos producen pérdidas económicas grandes para la compañía energética mexicana y, por supuesto, accidentes como los que hemos visto en los últimos años. Aunque necesitamos actualizar la infraestructura de transmisión y distribución eléctrica.

La quema de combustibles fósiles en nuestros hogares para calentarnos, calentar agua y cocinar genera una contaminación del aire interior nociva para la salud. En la actualidad es posible y asequible vivir en una casa que genere cero emisiones de carbono por el uso de energía. En nuestro país cerca de las 3/4 partes de su población se bañan diario, así que los calentadores de agua son, con diferencia, los mayores emisores de carbono en la mayoría de los hogares. Por lo tanto, la opción de calentadores solares es la óptima para esta aplicación.

Pero las estufas de gas también generan emisiones de carbono, no en el patio, la azotea o zotehuela, sino dentro de nuestro domicilio; de hecho, en la cocina muy cerca de la mesa donde tomamos nuestros alimentos es donde se genera la contaminación.

Aunque la combustión parezca limpia se emiten gases tóxicos. Todos estos dispositivos en el hogar pueden reemplazarse con alternativas eléctricas de cero emisiones que funcionan mejor, son más seguras y, en nuestro país, mucho más económicas de operar.

Pobreza energética en extremo en Chiapas. La fotovoltaica tiene mucho por hacer en San Juan Chamula, en Tortugas y la Lomita en San Luis Potosí. Imagen de Jorge Zarco

Cada vez hay más pruebas que demuestran que cocinar con gas es perjudicial para nuestra salud, especialmente para los niños. Los óxidos de nitrógeno, el monóxido de carbono y otros vapores tóxicos de la combustión de gas, con solo unos minutos de usar la estufa de gas, provocan contaminación del aire en los interiores de nuestros domicilios que podría ser ilegal en exteriores en algunos países.

La quema de gas en un vehículo para transportarnos, autobús o carro, produce las mismas sustancias nocivas que la quema de gas en nuestras estufas de gas. Seguro estoy que quien lee no quisiera tener un motor de gas o gasolina dentro de su casa, pero si cocinamos con gas es también nocivo.

Hace algunas décadas cocinar con electricidad era más caro, pero hoy ya no lo es. De hecho, es más barato y por supuesto más limpio. Las antiguas estufas eléctricas eran ineficientes, pero ahora tenemos varios tipos de estufas eléctricas: las de vitrocerámica y las de inducción. Estas últimas son más eficientes. Así que poco a poco, podemos ir transformado nuestra cocina en un lugar de cero emisiones de CO2 al electrificarlas.

Lo mismo sucede con muchas otras actividades, por ejemplo, cada día es más común que las herramientas sean eléctricas en lugar de ser de motor de gasolina, por ejemplo, las herramientas de jardinería.
Cada día vemos más vehículos eléctricos usados para transportar productos en los últimos tramos de la distribución. Pero nos falta transitar hacia el transporte público eléctrico.

Considero que podemos continuar con la electrificación, pero de una forma intencional que no sea meramente coyuntural. Las acciones las podemos instrumentar y los gobiernos la pueden incluir en sus planes. La invitación es que conscientemente electrifiquemos nuestras actividades cotidianas y productivas y, en lo posible, generemos nuestra energía con fuentes renovables en el sitio donde las usamos.

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 10 de julio en el periódico la Unión de Morelos

Planes de gobierno con indicadores

Blog de J. Antonio del Río

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