La Otra Mitad de Deer Park (II)

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¿En dónde nos quedamos?

Fluvio Ruiz Alarcón, experto en el sector hidrocarburos de México

El contexto de la operación: objetivos, fortalezas y riesgos

La compra de “la otra mitad” de Deer Park, no puede verse en forma aislada: claramente forma parte del conjunto de proyectos de inversión y reformas legales que buscan garantizar la Seguridad Energética del país, por la vía de apuntalar la presencia de Pemex en el mercado nacional de combustibles.

Es, en ese sentido, un complemento tanto de las reformas hechas a la Ley de Hidrocarburos en el pasado período ordinario del Congreso, como de los proyectos de rehabilitación de varias refinerías, reconfiguración de la refinería de Tula y construcción de la refinería de Dos Bocas.

De entrada, parece una buena idea adquirir a un precio que suena razonable al compararlo con transacciones similares, una refinería en la que se ha estado presente durante 28 años, en calidad de socio prácticamente paritario.

De esta forma, la producción de refinados que hasta ahora no tiene un destino predeterminado, se podrá dirigir hacia el mercado mexicano, aprovechando la gran disponibilidad de infraestructura para ello. Dicho de otra manera, la producción de combustibles de Deer Park (110 mil barriles diarios de gasolina, 90 mil de diésel y 25 mil de turbosina) que hoy se vende según lo determine libremente Shell, seguramente tendrá como destino a nuestro país. Solo por comparación, Dos Bocas produciría unos 175 mil barriles diarios de gasolinas y 127 mil barriles diarios de diesel.

A lo largo de los 28 años de participación en esa refinería, Pemex ha recibido, como ya apuntamos, más de dos mil millones de dólares por dividendos, al tiempo que la adquisición, originalmente, de 170 mil barriles diarios de nuestro crudo pesado Maya, por parte de Deer Park, ayudó a apuntalar su precio en el mercado. Más aún, en el futuro, Pemex se podría deshacer de esta inversión, ya completamente amortizada y depreciada porque, aunque se ha iniciado la transición hacia los autos eléctricos, esta tomará varios años. Además, las refinerías no solo producen combustibles automotrices, sino también una amplia variedad de refinados (gas LP, parafinas, asfáltenos, etc) que no tienen visos de ser substituidos en el mediano plazo; incluida la turbosina que seguirá por mucho tiempo alimentando al sector aeronáutico.

De acuerdo con la revista Hydrocarbon Processings, en estos momentos, en el mundo se están implementando diversos proyectos de mantenimiento, rehabilitación, reconfiguración o construcción que, en conjunto, incrementarán en 10 millones de barriles diarios la capacidad mundial de procesamiento de crudo.

Hoy, la capacidad mundial de procesamiento de crudo, ronda los 100 MMbd. A su vez, la consultora noruega Rystad Energy, calcula que para 2025 la capacidad mundial de procesamiento de crudo se habrá incrementado en 13 millones de barriles diarios, a cambio de una reducción en Estados Unidos y Europa de 2 MMbd. Es decir, habría un incremento neto de 11 millones de barriles diarios de capacidad mundial de procesamiento de crudo. Estos números dan muestra de la importancia que seguirá teniendo la refinación de hidrocarburos en el mediano plazo, amén del largo camino por recorrer que aún tiene frente a sí la industria petroquímica.

Del lado de los riesgos, el principal pudiera ser la falta de coherencia de conjunto de la política en materia petrolera. En particular, la potencial contradicción entre el enorme esfuerzo gubernamental de inversión en el sector de la refinación y su reiterado objetivo de que los precios de los combustibles no se incrementen en términos reales. Recordemos que un mecanismo muy importante de regulación de los precios domésticos de los combustibles automotrices, lo constituyen los “estímulos fiscales” que se dan a conocer cada semana. Obviamente, estos estímulos implican que el Estado deje de percibir una porción de los ingresos que debería recibir por concepto del IEPS, fragilizando así sus finanzas.

De hecho, un primer efecto que ya tuvo el objetivo de conjugar Seguridad Energética con precios bajos, fue la reacción negativa de la calificadora Moody´s a la declaración del Presidente de la República, hecha mientras anunciaba en “la mañanera” del jueves 27 de mayo, que la compra de la mitad de Deer Park garantizaba la disminución de los precios de los combustibles. Desde la perspectiva de una calificadora, pitonisa por excelencia del libre mercado, tal declaración no puede sino anticipar el sacrificio, al menos parcial, de los márgenes de utilidad esperados cuando Pemex tome el control de la refinería. En otras palabras, Moody´s está anticipando una menor capacidad de pago y reinversión, como consecuencia de una decisión de índole política. Difícil de imaginar un mayor pecado……

Otro tipo de riesgo que enfrenta esta operación, es de carácter institucional o legal: si la Suprema Corte de Justicia confirma la inconstitucionalidad de la primera reforma hecha en abril pasado a la Ley de Hidrocarburos, la estrategia global de reorientación y manejo de la dinámica del mercado de combustibles quedaría incompleta. En particular, no se podría implementar conforme a lo previsto, la gestión de los permisos en función de la capacidad de Pemex de satisfacer la demanda interna.

Tampoco se tendrían los efectos esperados en materia de eliminación de competidores de Pemex, existentes o potenciales, a partir de la aplicación (retroactiva) del requisito de capacidad mínima de almacenamiento o del cumplimiento de requisitos indeterminados, que contienen los artículos transitorios de la reforma en cuestión.

La eliminación de la regulación asimétrica de Pemex, hecha con la segunda reforma a la Ley de Hidrocarburos, recientemente promulgada; también es una componente muy importante para asegurar que toda la producción e importación de combustibles que realice Pemex encuentre acomodo en el mercado mexicano, por lo que su reciente suspensión decretada por un juez, incrementa este riesgo de naturaleza institucional.

Por otro lado, la inversión en Deer Park, que todo indica no estaba considerada sino hasta hace unos meses, podría provocar serias restricciones presupuestales que dificultarían la realización de la reconfiguración de las refinerías de Salamanca y Salina Cruz. Hay que insistir en la urgente necesidad de realizar estos proyectos, pues de otra manera, la optimización del sistema nacional de refinación, seguirá dependiendo del cuello de botella que significa la elevada producción de combustóleo.

En el manejo microecónomico de Deer Park, se tiene el riesgo de incurrir en un mal arbitraje, desde el marco de referencia de Pemex como un todo. Este riesgo se delinea porque una de las opciones que tendrá PMI en Deer Park para obtener mejores márgenes de refinación, es comprar insumos baratos. En este caso Pemex/PMI deben definir con mucho cuidado cuál es su prioridad: bajar el precio del Maya para que la refinería genere mayores márgenes; o bien, maximizar el precio del crudo mexicano, siguiendo la lógica establecida desde 1993. El problema de la primera opción, es que si bien podría ser muy útil para el gobierno en la arena política; implicaría no solo ceder ingresos en los barriles de crudo Maya que consuma Deer Park (que seguramente se incrementarán frente al nivel actual); sino en toda la exportación a la Costa Norte del Golfo de México, afectando así, de manera directa, al precio de la Mezcla Mexicana de Exportación.

Ahora bien, la inversión para comprar la mitad de Deer Park, muy probablemente repercutirá en un ámbito íntimamente ligado a la Seguridad Energética: la enorme vulnerabilidad de nuestro país en materia de gas natural. El esfuerzo institucional, conceptual, político y económico; necesario para llevar a buen puerto este proyecto, podría terminar diluyendo cualquier esperanza de contar a la brevedad con una Estrategia Nacional de Gas para, al menos, establecer bases sólidas en vistas de dotar a nuestro país de un abasto seguro, confiable y accesible de gas natural. Y es que, sin lugar a dudas, la puesta en marcha de una Estrategia Nacional de Gas, requiere un esfuerzo similar o incluso mayor por parte del Estado.

En síntesis, la compra de “la otra mitad” de Deer Park, se inscribe en el esfuerzo gubernamental para “alcanzar la autosuficiencia energética en bien de nuestra soberanía nacional”. Como ocurre con cualquier proyecto, su éxito no está garantizado y requiere de un manejo cuidadoso de las circunstancias que lo rodean. Además, sigue siendo fundamental repensar el diseño institucional del sector petrolero, la importancia y formas de participación en él de nuestra empresa estatal, la mejor organización de esta para enfrentar el reto de la sustentabilidad y la Transición Energética.

El Estado debe definir el lugar de la inversión privada y las políticas industrial, ambiental, económica, fiscal y de desarrollo territorial; que den coherencia de conjunto a las diversas políticas públicas que concurren en este ámbito estratégico para la vida del país.

 

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