Tres formas de aplicar la solar y las renovables en EE. UU. para reducir el uso del suelo

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En 2021, el Departamento de Energía de EE.UU. anunció el objetivo de conseguir un 100% de electricidad limpia para 2035 y cero emisiones netas de carbono para 2050. Para ayudar a los planificadores energéticos y a los responsables políticos a avanzar en esa dirección, The Nature Conservancy estudió estrategias que maximizan los beneficios de la energía limpia al tiempo que minimizan el uso del suelo. El informe, ” Power of Place: Clean Energy Solutions that Protect People and Nature” (El poder del lugar: Soluciones energéticas limpias que protegen a las personas y la naturaleza), combina el análisis de los impactos del desarrollo energético sobre las emisiones, la tierra y las comunidades en los Estados Unidos continentales, en un esfuerzo por identificar vías de bajo impacto hacia una economía nacional neta cero para 2050.

El informe reconoce el impulso del desarrollo de energías limpias y afirma que las recientes inversiones del Congreso acelerarán el desarrollo, apuntalarán y ampliarán las infraestructuras y fomentarán el despliegue de otras tecnologías verdes como el hidrógeno, el almacenamiento y la captura de carbono. Sin embargo, advierte de que la rápida expansión podría tener un impacto negativo en la tierra, los hábitats naturales y otros.

El informe calcula que se necesitan entre 3,1 TW y 3,5 TW de capacidad de generación eólica y solar para que Estados Unidos alcance el balance neto cero en 2050. Si el desarrollo continúa con los métodos actuales, se necesitarían más de 250.000 millas cuadradas para producir esa cantidad de energía limpia. En cambio, los investigadores han desarrollado un escenario de reducción del impacto del 70%, en el que sólo se necesitarían 135.000 millas cuadradas.

El escenario del 70% puede alcanzarse adoptando enfoques que ocupen menos espacio y eviten las zonas sensibles. Los tres enfoques recomendados son la ubicación conjunta de energía eólica y solar, la instalación de sistemas agrovoltaicos en tierras de cultivo y el uso de sistemas solares de inclinación fija.

La ubicación de sistemas solares y eólicos en el mismo lugar es una forma eficaz de ahorrar terreno. Las instalaciones solares de inclinación fija ocupan menos espacio y son una buena opción para ahorrar terreno, señala el informe. Aunque los seguidores de un solo eje generan más electricidad en las regiones más soleadas y meridionales, el informe concluye que los de inclinación fija son mejores para lugares con proyectos de menor tamaño medio o un costo elevado del terreno.

Según el estudio, aplicar el escenario de reducción del impacto del 70% costará un 6,3% más que la trayectoria actual. Sin embargo, los investigadores reconocen que puede tratarse de una sobreestimación porque, al evitar las zonas sensibles, se reducirán las tasas de cancelación, los retrasos en la obtención de permisos y la necesidad de mitigación.

Seguirán existiendo disyuntivas entre el suministro de energía limpia para todos y la minimización de los trastornos a las comunidades, la protección de las zonas naturales y el mantenimiento de las tierras de cultivo productivas. Debido a estas disyuntivas, los investigadores ofrecen un marco para diseñar políticas y prácticas que equilibren estas cuestiones.

El marco empieza con la planificación de la transmisión a largo plazo, que, según el informe, debe tener en cuenta los datos sobre conservación y las comunidades. “Se necesitan procesos de planificación inclusivos y participativos para garantizar que los beneficios y las cargas económicas y medioambientales de la descarbonización se compartan equitativamente”.

Adoptar un enfoque regional es el segundo paso del marco. El informe señala que Estados Unidos presenta una gran diversidad regional en términos de geografía y uso del suelo, mercados eléctricos, economías y otros aspectos. Las políticas energéticas también difieren de un estado a otro. Es importante que los responsables políticos de todos los niveles comprendan las diferencias de cada región para que puedan hacer posible un “desarrollo energético responsable”.

Otras recomendaciones incluyen formas de acelerar las colas de interconexión, el compromiso de las comunidades, la adopción de incentivos para enfoques de ahorro de suelo en las tierras de cultivo y la priorización de las inversiones en transmisión en las conexiones interregionales.

Los autores del informe reconocen que la descarbonización de la economía no es tarea fácil y costará unos 1,87 billones de dólares. Señalan que es mayor que la construcción del sistema de autopistas interestatales que tuvo lugar entre 1950 y 1980. Y como la transición hacia una energía limpia es rentable y beneficiosa para todos, los investigadores animan a una “planificación informada, equitativa y temprana” que tenga en cuenta el uso de tecnologías e inversiones que ahorren terreno.

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