El gas natural es el recurso energético mundial más abundante con 188 trillones de metros cúbico de reservas probadas. En la actualidad un componente crucial de la transición energética. Es una de las pocas fuentes de energía que puede satisfacer la demanda actual y futura, sosteniblemente para un planeta en crecimiento y con avidez de energía.
Sumado a lo anterior existe infraestructura desarrollada de gas natural como gasoductos, buques metaneros, plantas de licuefacción, plantas regasificadoras, camiones y barcos de GNL, estaciones de servicio y otros, que permiten llegar de las fuentes de producción al mercado sin ningún problema.
El gas natural emite entre un 40 por ciento y un 50 por ciento menos de gases de efecto invernadero que el carbón cuando se utiliza para generar electricidad. Tomando en cuenta que las centrales eléctricas de carbón producen alrededor del 41 por ciento de la electricidad mundial el gas natural es el energético ideal para reemplazar al carbón. Con relación al diésel, gasolina y fuel oíl también emite menos dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Es un energético muy competitivo por su bajo costo en la cadena de abastecimiento y ha logrado reemplazar y seguirá reemplazando a productos como el carbón, diésel, gasolinas, fuel oíl y GLP.
Es el combustible fósil más limpio y proporciona un apoyo fundamental a la energía eólica, solar, hidroeléctrica, y otras alternativas intermitentes que necesitan respaldo. Por ejemplo, cuando no llueve no hay generación hidroeléctrica, cuando no hay sol se afecta a la generación fotovoltaica (solar) y lo mismo para la eólica cuando no existe suficiente viento. Por esto, el gas natural es un complemento ideal cuando se emplea estas fuentes renovables.

En el sector del transporte, el gas natural está ganando terreno, volviéndose competitivo en relación con los combustibles tradicionales, particularmente en el sector marítimo y de carga pesada y para vehículos a GNV con gas comprimido o liquefactado.
Por las razones anteriores, organismos internacionales, las recientes reuniones de cambio climático y expertos en la industria consideran al gas natural como el elemento clave de transición energética a un planeta eléctrico y de respaldo futuro un sistema basado en energías renovables.
En la mayoría de los países de América Latina la presencia del gas natural es muy representativa. Se emplea entre un 20 por ciento y 50 por ciento de gas natural dentro de la matriz de producción de energía.
Países como Chile, Panamá y El Salvador que carecen de producción propia de hidrocarburos han impulsado y fomentado utilizar gas natural importado GNL con altos beneficios económicos, de seguridad de abastecimiento y ambientales.
Otros países productores de gas natural como Argentina, México, Colombia y Brasil, también lo importan para respaldar producción propia. Todo esto con la finalidad de garantizar la ampliación de la oferta y competencia de gas con gas y con otros combustibles. Las dos alternativas pueden coexistir sin ningún problema.
Ecuador ha quedado totalmente rezagado en el uso del gas natural a nivel de la región. Apenas genera el 3 por ciento en relación con otras fuentes de energías. Actualmente, el Bloque 6 (Campo Amistad) cubre escasamente las necesidades de demanda de parte de los sectores eléctrico e industrial. Esto se reducirá a futuro porque el campo Amistad está en plena declinación. Esperamos que la licitación y el proceso de exploración y explotación resulte exitosos para aumentar posiblemente la producción nacional en algunos años más.
El gas natural en Ecuador puede ser importado y sin mayores restricciones por su bajo costo y porque ya tiene acceso en algunos sectores de consumo. Hay un mercado algo liberado, con lo cual podría lograr desplazar el uso de derivados de petróleo más costosos y menos limpios y en forma competitiva.
Para esto, Ecuador tiene dos fuentes para su posible abastecimiento: Desde el norte de Perú o importar GNL (gas natural licuado) como lo hacen Chile, Panamá y El Salvador desde varias fuentes de abastecimiento a nivel global. Ecuador necesita desarrollar infraestructura dentro del país y la importación puede acelerar este proceso para luego tener gas nacional.
Los países de América Latina ya son esencialmente limpios en cuanto a su contribución de emisiones de CO2 al planeta, todos ellos con agua, con gas natural y con renovables en ascenso. Falta sumar a Ecuador.
*Paulina Herrera en colaboración especial en la elaboración de la reflexión editorial de Álvaro Ríos Roca

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