Las renovables no son “caras”

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El director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, reiteró ayer un concepto que había ya formulado el pasado mes de marzo, justo después de su nombramiento: que las energías renovables son “demasiado caras”.

Según informa el periódico Excelsior, estas declaraciones fueron hechas una vez más por Bartlett en la Cámara de Diputados, con motivo de la Glosa del Primer Informe de Gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, ante los integrantes de las comisiones de Infraestructura y de Energía.

Según el artículo, Bartlett esgrimió que las renovables son caras debido a la necesidad de un respaldo por parte de las plantas de energía convencionales como son el gas, diésel y combustóleo, un argumento que se solía escuchar en los debates sobre las renovables hace más de una década y que no tiene en cuenta los avances de los últimos años en tema de previsibilidad y gestión de la generación de fuente solar y la eólica, así como las grandes potencialidades de las tecnologías de almacenamiento. 

“Es un gran mito este de que las limpias generan una gran facilidad y una energía muy barata, eso es mentira”, repitió una vez más Bartlett, según el periódico. “Cuando no hay sol o no hay viento, tiene que haber el respaldo, eso es de lo que se olvidan, tiene que haber máquinas convencionales para que instantáneamente se conecten y generen electricidad,” agregó.

Irónicamente ayer, en una subasta para la contratación de 900 MW de energía fotovoltaica que tuvo lugar en Dubái, la eléctrica local DEWA recibió una oferta mínima de $0.0169/kWh por parte del grupo saudí ACWA Power, y la segunda oferta más baja, presentada por un consorcio formado por Masdar, EDF y Jinko, alcanzó $0.0175/kWh.

En ambos casos se trata de precios que están muy por dejabo del los $0.020/kWh que se vieron en la última subasta realizada en México en noviembre de 2017, que en aquella época representaron un récord mundial. Desde entonces, precios aún más bajos han protagonizado subastas en todo el mundo, incluso en la primera de Portugal, que se celebró en verano y tuvo la oferta ganadora más baja de €0.0147/kWh ($0.0168), y la última de Brasil, celebrada en junio, en que el precio promedio final fue de BRL67.48/MWh ($0.016.42) kWh.

Aunque dentro de la misma industria fotovoltaica se discute sobre la sostenibilidad de dichos precios por parte de las empresas desarrolladoras que promueve los proyectos, es un hecho que las entidades públicas de los países antes mencionados comprarán energía eléctrica a través de un contrato de largo plazo a precios muy bajos, más económicos que los que podrían garantizar otras fuentes convencionales, independientemente de las capacidades de respaldo de dichas naciones, tema que no es una preocupación que impida la construcción de nuevas y grandes centrales fotovoltaicas, no solo en estos países, sino en todo el mundo. Y aunque esos precios fueran más altos de un 100%, siempre se trataría de una forma de generar energía que de ninunga manera se puede definir “cara”. Además, hay que recordar que el potencial de que la tecnología fotovoltaica reduzca sus costes aún más es enorme, según indican la mayoría de los estudios científicos en circulación.

Finalmente, Bartlett nunca cita en sus declaraciones las grandes posibilidades que se están abriendo para las tecnologías de almacenamiento a pequeña y gran escala, ni que en varios mercados, bajo determinadas condiciones, ya se están volviendo rentables o acercando a la rentabilidad y esto está ocurriendo de manera más rápida de lo que se esperaba. Y en México, que tiene actualmente grandes dificuldades de ampliar las capacidades de su sistema de transmisión, las potencialidades del almacemamiento son enormes.

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